LAS CALLES DE MI PUEBLO
Las calles de mi pueblo
(Publicada en Revista Municipal de Feria 98 de Villaralto.)
Mi pueblo tiene calles
que más que con nombres,
se escriben con la sangre
de sus hombres.
Buensuceso,
corazón del pueblo
y camino más corto
hacia el cielo.
San Pedro,
principal arteria.
Tu sangre es de los campos,
reliquias son de tu manto
y farolillos de tu feria.
Calle Nueva y Plazuela,
la una es un río
y la otra un barco
que por él navega.
Arboleda de Bartolomé Peralbo.
¡ Cuántas veces de niño
te velé con cariño
para ponerte a salvo
del olvido!
Virgen y Padre Carmelo.
Una es religiosa,
dominical y hermosa.
Y la otra agricultora
del llanto y del duelo,
de la triste hora
del desconsuelo.
Desde la torre
la golondrina,
vuela que vuela
con su palito de espuma
por la Viñuela.
En la calle Pastores
las mujeres se entretienen
hablando de amores
que van y que vienen.
Sor Braulia, Callejuela
y camino del río.
Pasan las carrozas
con su orgía de color
y se pintan las mozas
con pétalos de flor.
Tejares.
Calor para los tejados
de arena roja
y dedos desgastados
por la loza.
La gloria alcanza
quien con alma llena
y pobre cesta,
sube la cuesta
de la esperanza.
Herrería y calle Real.
Pilar fundamental
de la red popular
que ve en su horizonte
el color del mar.
Alfonso Trece.
Señorial y ensombrecida.
Corte de herida
por donde el pueblo crece.
Pasa el tractor con su arado,
con su luna de plancha,
surcando la calle Prados
camino de La Lancha.
Calle Jardines,
en los confines
donde pierden su línea
los adoquines.
Rosales,
reposo de jornaleros
y campesinos de casas bajas.
Camino de herreros
que afilaron sus hoces
como navajas.
Recuerdos de la calle Huertas
y de ese patio infantil
y de esa puerta entreabierta
por donde entrar y salir.
Cervantes.
Escribe con tus manos
versos de poniente
y renglones
hechos con granos
de simiente.
Parque colegial
y calle Extramuros.
Alegría ferial
de los tiempos duros.
Calle La Cruz,
Capitán Rico y Cuartel.
De pequeño ganaba batallas
con barquitos de papel.
Caminando por la cuesta
de Primo de Rivera
llego a la taberna
donde tú me esperas.
El alegre cine de verano
de la calle Pozo.
Ahoro solo veo en las pantallas:
niebla, llanto y sollozo.
Calle Alta,
aérea y ondulada.
¡Qué pronto surgió el amor!
Tan pronto como el sol
de madrugada.
Lucero,
la bien nombrada,
porque lucero es nombre
de iluminada.
Calle Oscura.
Por algo será.
Oscuros son los caminos
cuando entran en la mar.
Y las nuevas calles
que en el pueblo se han nombrado:
Donantes de Sangre,
Colectivo el Jardal,
Lorca y Machado.
Todas tendrán su historia.
Todas su pasado.
Y otros hombres
que vivirán en ellas
y que verán otras noches
las mismas estrellas.
Y si alguna me dejo,
no es mi intención.
Pido perdón al pueblo
por mi torpe canción.
Sevilla, mediados de abril de 1998
Publicada en Revista Municipal de Feria 98 de Villaralto.
(Publicada en Revista Municipal de Feria 98 de Villaralto.)
Mi pueblo tiene calles
que más que con nombres,
se escriben con la sangre
de sus hombres.
Buensuceso,
corazón del pueblo
y camino más corto
hacia el cielo.
San Pedro,
principal arteria.
Tu sangre es de los campos,
reliquias son de tu manto
y farolillos de tu feria.
Calle Nueva y Plazuela,
la una es un río
y la otra un barco
que por él navega.
Arboleda de Bartolomé Peralbo.
¡ Cuántas veces de niño
te velé con cariño
para ponerte a salvo
del olvido!
Virgen y Padre Carmelo.
Una es religiosa,
dominical y hermosa.
Y la otra agricultora
del llanto y del duelo,
de la triste hora
del desconsuelo.
Desde la torre
la golondrina,
vuela que vuela
con su palito de espuma
por la Viñuela.
En la calle Pastores
las mujeres se entretienen
hablando de amores
que van y que vienen.
Sor Braulia, Callejuela
y camino del río.
Pasan las carrozas
con su orgía de color
y se pintan las mozas
con pétalos de flor.
Tejares.
Calor para los tejados
de arena roja
y dedos desgastados
por la loza.
La gloria alcanza
quien con alma llena
y pobre cesta,
sube la cuesta
de la esperanza.
Herrería y calle Real.
Pilar fundamental
de la red popular
que ve en su horizonte
el color del mar.
Alfonso Trece.
Señorial y ensombrecida.
Corte de herida
por donde el pueblo crece.
Pasa el tractor con su arado,
con su luna de plancha,
surcando la calle Prados
camino de La Lancha.
Calle Jardines,
en los confines
donde pierden su línea
los adoquines.
Rosales,
reposo de jornaleros
y campesinos de casas bajas.
Camino de herreros
que afilaron sus hoces
como navajas.
Recuerdos de la calle Huertas
y de ese patio infantil
y de esa puerta entreabierta
por donde entrar y salir.
Cervantes.
Escribe con tus manos
versos de poniente
y renglones
hechos con granos
de simiente.
Parque colegial
y calle Extramuros.
Alegría ferial
de los tiempos duros.
Calle La Cruz,
Capitán Rico y Cuartel.
De pequeño ganaba batallas
con barquitos de papel.
Caminando por la cuesta
de Primo de Rivera
llego a la taberna
donde tú me esperas.
El alegre cine de verano
de la calle Pozo.
Ahoro solo veo en las pantallas:
niebla, llanto y sollozo.
Calle Alta,
aérea y ondulada.
¡Qué pronto surgió el amor!
Tan pronto como el sol
de madrugada.
Lucero,
la bien nombrada,
porque lucero es nombre
de iluminada.
Calle Oscura.
Por algo será.
Oscuros son los caminos
cuando entran en la mar.
Y las nuevas calles
que en el pueblo se han nombrado:
Donantes de Sangre,
Colectivo el Jardal,
Lorca y Machado.
Todas tendrán su historia.
Todas su pasado.
Y otros hombres
que vivirán en ellas
y que verán otras noches
las mismas estrellas.
Y si alguna me dejo,
no es mi intención.
Pido perdón al pueblo
por mi torpe canción.
Sevilla, mediados de abril de 1998
Publicada en Revista Municipal de Feria 98 de Villaralto.
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