RECUERDOS DE SEVILLA EN CARNE VIVA
RECUERDOS DE SEVILLA EN CARNE VIVA
Voy buscando
a través de las celosías
de las casitas blancas
del barrio de Santa Cruz,
por donde se filtra el leve rayo
del mediodía.
Esa luz
donde las sombras verticales
se desmoronan en trocitos
de oloroso azahar.
Voy persiguiendo
momentos de quietud infinita.
Serena melodía
la que transforma
el gélido amanecer de invierno
en una estrofa
cargada de notas altas,
como violines haciendo eco
entre las montañas.
Voy juntando luces y sombras
jugando a cazar al vuelo alguna mariposa
multicolor,
que un dia me llega en un sobre
desde lejos
y que otro dia se me confunde
plena de colores dinámicos
con una flor.
Y voy buscando y juntando,
componiendo
en un mural
trocitos de calles,
de fachadas y patios
con algún lugar
donde pasé con ella
muy cerquita,
entregando nuestro momento
al placer de pasear.
Y voy nombrando en alto
como si quisiera recuperar
con la memoria gritada
el mosaico
del tiempo ido.
Como si quisiera llegar
hasta el laberinto de la noche
donde tú estás
entregada a tu oración,
lanzando al aire perfumado
de las placitas
esas palabras, esas frases
que forman caminos
flanqueados de jugosos frutos.
Hundo mis pasos en el vacío.
No me engaño. Lo sé.
Hundo con mi mirada lánguida
mi cuerpo en una amargura
plácida, casi anestesiada.
Lo sé.
Pero la noche me toma de la cintura,
me arrastra a sus coordenadas,
me desnuda.
Lo sé.
Pero la noche,
me conduce a su campo,
donde todo tan de cerca
tu manto blanco
que me seduce.
Todo mi yo camina errante.
Y voy dibujando con uñas
de gato envenenado
por los troncos de los árboles,
las primeras letras de la primavera,
aquellas que yo hubiera formado
en deliciosas palabras de cera
y que ahora son espacios ahogados,
sueños del pasado,
nada.
Borrón y cuenta nueva.
Donde te puedo buscar,
en qué rincon,
en que calle, en qué balcón.
Si te fuiste cruzando el mar,
de pie, siempre tan serena,
con tu oración.
Sevilla, 27 de marzo de 1996
Voy buscando
a través de las celosías
de las casitas blancas
del barrio de Santa Cruz,
por donde se filtra el leve rayo
del mediodía.
Esa luz
donde las sombras verticales
se desmoronan en trocitos
de oloroso azahar.
Voy persiguiendo
momentos de quietud infinita.
Serena melodía
la que transforma
el gélido amanecer de invierno
en una estrofa
cargada de notas altas,
como violines haciendo eco
entre las montañas.
Voy juntando luces y sombras
jugando a cazar al vuelo alguna mariposa
multicolor,
que un dia me llega en un sobre
desde lejos
y que otro dia se me confunde
plena de colores dinámicos
con una flor.
Y voy buscando y juntando,
componiendo
en un mural
trocitos de calles,
de fachadas y patios
con algún lugar
donde pasé con ella
muy cerquita,
entregando nuestro momento
al placer de pasear.
Y voy nombrando en alto
como si quisiera recuperar
con la memoria gritada
el mosaico
del tiempo ido.
Como si quisiera llegar
hasta el laberinto de la noche
donde tú estás
entregada a tu oración,
lanzando al aire perfumado
de las placitas
esas palabras, esas frases
que forman caminos
flanqueados de jugosos frutos.
Hundo mis pasos en el vacío.
No me engaño. Lo sé.
Hundo con mi mirada lánguida
mi cuerpo en una amargura
plácida, casi anestesiada.
Lo sé.
Pero la noche me toma de la cintura,
me arrastra a sus coordenadas,
me desnuda.
Lo sé.
Pero la noche,
me conduce a su campo,
donde todo tan de cerca
tu manto blanco
que me seduce.
Todo mi yo camina errante.
Y voy dibujando con uñas
de gato envenenado
por los troncos de los árboles,
las primeras letras de la primavera,
aquellas que yo hubiera formado
en deliciosas palabras de cera
y que ahora son espacios ahogados,
sueños del pasado,
nada.
Borrón y cuenta nueva.
Donde te puedo buscar,
en qué rincon,
en que calle, en qué balcón.
Si te fuiste cruzando el mar,
de pie, siempre tan serena,
con tu oración.
Sevilla, 27 de marzo de 1996
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home