TE QUISE PORQUE OLÍAS A TIERRA
TE QUISE PORQUE OLÍAS A TIERRA
Te quise.
Ibas oliendo a tierra
Y a grano de cebada
En cada línea de tu cuerpo
Brindada al sol.
Te quise.
La tierra húmeda
Tras la lluvia,
Me dejaba un olor
A campo abierto
Y a zurco de arado
Que entre tus piernas penetraba
Como las raices venosas de un sauce.
Te quise.
Inclinabas tu cabeza
Y tu cuerpo
Hacia las flores que crecían
Diminutas junto al río,
Volviendo la cabeza
Con un gesto apresurado
De certero descubrimiento,
Con un nombre entre tus labios
Que matizaba lo visible
Hasta hacerlo profundo,
Sobredimensionado.
Íbamos andando.
Sudor de hombre que niega
La pulcritud burguesa de lo vacío
Y que hace resbalar los tintes
De pétalos azules,
Hacia el fondo acristalado
E incoloro
De la piel pura.
Te quise.
Yo iba a tu lado
Comiéndome el paisaje
Y desligando los lazos de mi mochila,
Para pellizcarte
Y hacerte saltar como una corza
A cada segundo herida por las punzadas
Penetrantes de mi ansiedad.
Un gemido tuyo,
Una voz que lanzada a tenue
Atmósfera de nuestra soledad vagabunda,
Despertaba mi celo acalorado.
Y luego,
Allá entre las matas de hierbabuena
Y de los tumultos de grama,
Te iba despojando , abriéndote,
Deshaciéndote.
Y tú con ello al mismo tiempo
Entregándote al día celeste,
Entre las rendijas de los almendros,
Para volver las niñas de tus ojos hacia dentro
Y sugerir así, tan espontáneamente,
Un “te quiero” ,
Con que espiritualizar el momento.
Te quise.
Ibas oliendo a tierra
Y a grano de cebada
En cada línea de tu cuerpo
Brindada al sol.
Te quise.
La tierra húmeda
Tras la lluvia,
Me dejaba un olor
A campo abierto
Y a zurco de arado
Que entre tus piernas penetraba
Como las raices venosas de un sauce.
Te quise.
Inclinabas tu cabeza
Y tu cuerpo
Hacia las flores que crecían
Diminutas junto al río,
Volviendo la cabeza
Con un gesto apresurado
De certero descubrimiento,
Con un nombre entre tus labios
Que matizaba lo visible
Hasta hacerlo profundo,
Sobredimensionado.
Íbamos andando.
Sudor de hombre que niega
La pulcritud burguesa de lo vacío
Y que hace resbalar los tintes
De pétalos azules,
Hacia el fondo acristalado
E incoloro
De la piel pura.
Te quise.
Yo iba a tu lado
Comiéndome el paisaje
Y desligando los lazos de mi mochila,
Para pellizcarte
Y hacerte saltar como una corza
A cada segundo herida por las punzadas
Penetrantes de mi ansiedad.
Un gemido tuyo,
Una voz que lanzada a tenue
Atmósfera de nuestra soledad vagabunda,
Despertaba mi celo acalorado.
Y luego,
Allá entre las matas de hierbabuena
Y de los tumultos de grama,
Te iba despojando , abriéndote,
Deshaciéndote.
Y tú con ello al mismo tiempo
Entregándote al día celeste,
Entre las rendijas de los almendros,
Para volver las niñas de tus ojos hacia dentro
Y sugerir así, tan espontáneamente,
Un “te quiero” ,
Con que espiritualizar el momento.
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