Viajeroandaluz

22 noviembre 2006

CARTA A LOLI. AÑO 1992

Hola Loli.
Soy feliz, ahora, ahora mismo, porque te tengo e mi lado aunque no te vea, aunque no te toque. Hoy ha sido un día hermoso, porque los recuerdos me han deleitado y he saboreado dulcemente, pausadamente, los inolvidables momentos unidos. He visto el mediodía, igual que lo ví ayer. He visto la tarde y he mirado al reloj. He visto las mismas horas en el reloj. He visto la tarde y la he visto caer, ocultarse y he visto la luna, inocente luna mora, cautivadora como ayer.
Pero no he visto tus labios, tus ojos, tu mirada, tu boca. No he visto tu piel serena, tierna, angelical, quemarse de pasión al sol. No he visto, por más que he buscado, tus manos. ! No las he tocado!. No he visto tu pelo desafiando al viento, ni tampoco tu gentil cuello ( y cuando digo esto me viene Góngora a la memoria ) : "Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido, el sol relumbra en vano y mientras con menosprecio en medio del llano, muestra tu blanca frente el lilio bello, mientras a cada labio por cogerlo, siguen más ojos que al clavel temprano y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal, tu gentil cuello, goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fué en tu edad dorada, oro, lilio, clavel, cristal luciente, no solo en plata o viola troncada se vuelva, más tu y ello juntamente, en tierra, en humo , en sombra, en nada. "
Tampoco veo tu cuerpo, minado de jardines secretos. Tampoco he visto la silueta de la divinidad que te transporta en su manto. Ni he oído tus palabras, chorros de agua de la fuente del amor. No, no te he oído ni te he visto, pero te tengo aquí conmigo, con tu cabeza apoyada en mi regazo , esbelta exaltación de la omnipotente naturaleza. Y también tengo tu olor, tu perfume celestial, divino, mágico, que embalsama la humanidad, impregnado en mi ropa.
Sevilla, 7 de febrero de 1992. Un día después de estar con Loli en la playa de Mazagón, bajo el Parador de Turismo.

SEMANA SANTA SEVILLANA. AÑO 1992

Es medianoche. Veo desde esta acera el nombre de la calle en azulejos b lancos y letras negras: Mateos Gago. Hace un ratito, martes santo, ahora, miércoles. Las aceras están llenas de gente que se agolpan para ver pasar la cofradía de Santa Cruz. En el aire, olor a incienso y cera quemada que cae sobre los adoquines, de los cirios inclinados de los nazarenos. Hay silencio, pero no es total. Un niño rubio de corta edad, llora en brazos de una madre que hace lo imposible por consolarlo. Mientras, un hombre al que no veo bien, desde un balcón, canta una saeta al señor crucificado y el público observa y escucha espectante. La gente que tiene en estos momentos el privilegio de vivir en esta calle del centro de Sevilla, vecina de la catedral, se asoma al balcón para ver, a vista de pájaro, lo que muchos no pueden ver ni a vista de topo. Detrás del cristo y de las dos filas de nazarenos, llega la virgen. Yo ya me he ido de mi sitio con el chico americano y camino en dirección a la Giralda, llevándome a mi paso el olor a azahar y a perfume femenino que invade el ambiente de esta noche de primavera templada, religiosa y folclórica.
Martes, 14 de abril de 1992

DESCUBRIENDO. AÑO 1992

Hoy es lunes. Hoy estoy alegre. No puede uno por menos que encontrarse feliz en estas mañanitas de una primavera adelantada que nos envuelven de dulzor y claridad. La mañana está fresca, el ambiente sosegado y el ánimo arriba, con decisión de vivir y voluntad de amar. Todos los que me rodean hablan de lo mismo: del dinero, de sus cotidianos quehaceres, etc. Pero creo que no se paran a contemplar y admirar. Es una lástima que no puedan almacenar en su recuerdo, el paso de estos días tan hermosos y puros para el espíritu.
Lunes 16 de marzo de 1992